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23 Insistió Pilato:

— ¿Cuál es su delito?

Pero ellos gritaban cada vez con más fuerza:

— ¡Crucifícalo!

24 Pilato, al ver que nada adelantaba sino que el alboroto crecía por momentos, mandó que le trajeran agua y se lavó las manos en presencia de todos, proclamando:

— ¡Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre! ¡Allá ustedes!

25 Y todo el pueblo a una respondió:

— ¡De su muerte nos hacemos responsables nosotros y nuestros hijos!

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